Cuaderno de Bitácora

25 de Agosto de 2021 a bordo del barco Los Fresnos.

En Junio me subí a este barco como fisioterapeuta para una única función: mantener en el mejor estado físico a los pasajeros.

No sabía quiénes eran, ni de dónde venían, solo sabía que iba a ser una larga travesía por aguas desconocidas.

Hay un capitán, Alejandro, muchos trabajadores y unos 47 pasajeros.

He invertido muchas horas en conocer a cada uno de ellos, en hacerles las cosas fáciles. He escuchado muchas historias que han vivido, algunas me han sacado una sonrisa, otras me han producido pavor, pero todas y cada una de ellas me han ayudado a comprenderles mejor.

Mi labor aquí es un arduo trabajo. Por estos mares el tiempo varía mucho, teniendo temporadas de altas marejadas, caídas, tormentas, algunas fracturas y algunas hemiplejias.

Los pasajeros pasan mucho tiempo sentados, y nada hay más doloroso para el alma humana que la calma de la inactividad. Los fuertes temporales bambolean el barco y nuestros huéspedes tienen que mantener el equilibrio para los desplazamientos dentro del mismo; yo lo llamo propiocepción.

Saco partido para mi labor de todos los espacios, desde el salón hasta los largos pasillos, que comunican los camarotes, y por los que caminamos para mantener una buena circulación y no perder masa muscular. Esquivamos las sillas de ruedas como el barco los icebergs, y el suelo mojado (tras ser limpiado) como los charcos en la cubierta.

Los escalones son nuestros mejores aliados para fortalecer glúteos, y las mesas para mantener la destreza de los brazos. Usamos las cristaleras como espalderas y los colores del suelo como diagonales por las que caminar.

La superficie de la planta superior se agrieta por las olas que encharcan el barco y hay que saltar por encima de ellas; es mi método de terapia.

Elisa, terapeuta ocupacional, y yo sacamos provecho de los envases de la cocina y de cada una de las diferentes sillas que hay repartidas por todo el barco. En ellas se sientan y se vuelven a levantar, una y otra vez, como sentadillas en un gimnasio.

En ocasiones bajamos a un puerto a repostar y a recoger nuevos pasajeros. Algunos vienen con marcas de guerra o de quirófano, con bastón o silla de ruedas, con pareja o en solitario, pero todos y cada uno de ellos llegan con muchas décadas vividas o incluso un siglo.

Dentro de este barco siempre estamos en movimiento… como la mar.

Elena Sánchez Fernández.
Fisioterapeuta.