Un comienzo de película

“Sin hilos yo me sé mover yo puedo andar y hasta correr.
Los tenía y los perdí soy libre y soy feliz.

Lilu-larí-lalá, nadie me maneja a mí.
Viva la libertad, esto se llama vivir.

Sin hilos ya sé caminar y hasta correr, y hasta bailar,
ellos tienen y yo no, no hay uno como yo.”

Pinocho cantaba esta canción allá por 1940 aunque yo no la descubrí hasta 2015 al oírsela cantar a Ultrón.

Lo único que sabía de Pinocho, eran las ideas preconcebidas de que era una marioneta de madera y cuando mentía le crecía la nariz.

Nunca he sido muy forofo de las pelis de dibujos, pero allá por 2019 estrenaron el remake protagonizado por Roberto Benigni, actor del que soy fan desde “La vida es bella” y me puse a verla. Según iba avanzando la historia, me sentía como Pinocho por la cantidad de metáforas que se asimilaban a mi vida.

Pinocho tenía hilos, que no le dejan poder actuar con libertad. Metáfora que me recuerda a la esclavitud que suponía la administración mancomunada que padecíamos hasta la escisión de la empresa antigua.

 

Pinocho tenía un padre, Geppetto, que desea que su hijo sea humano para poder desarrollarse y traer la felicidad a su casa. Personaje que me recuerda a mi hermano Chus.

Pinocho tenía una estrella, el Hada Azul, que le da la vida a Pinocho confiriéndole la capacidad de actuar libremente. Personaje que me recuerda a mi madre Isabel.

Pinocho tenía un amigo, Pepito Grillo, que ayuda Pinocho a distinguir entre el bien y el mal. Personaje que me recuerda a mi padre Jesús.

Pero Pinocho también tenía muchos enemigos, como Strómboli, el titiritero que aparenta ser un buen hombre, amable y generoso, pero, en realidad es cruel y despiadado y lo único que le interesa es hacerse rico. O como Gedeón, el gato mudo, que con su torpeza hace más por fastidiar que por ayudar al Honrado Juan, conocido estafador del pueblo.

Y no nos podemos olvidar de otros enemigos como Polilla, la Ballena o el Cochero que también tienen su papel en la película, aunque prefiero centrarme con cariño en las analogías con su gato Fígaro y su pez Cleo. Así que, teniendo en cuenta que “Pinocchio” en botánica significa pino nuevo, decidí inventarme a “Fresnocchio” que me gusta identificar con el fresno nuevo que inspira el nombre de la residencia, en sinergia con el barrio y el apodo por el que llevan conociéndonos toda la vida nuestros clientes, “La Residencia Los Fresnos”.

 

Alejandro Gutiérrez. Administrador Residencia Los Fresnos