Carlos Junquera Pérez
Director SR
Carlos Junquera Pérez
Director SR
Diplomado en Fisioterapia.
Diplomado en Terapia Ocupacional.
Máster Oficial en Terapias Manuales.
Terapeuta Bobath.
Especialista Universitario en Tratamiento Conservador e Invasivo de Síndrome de Dolor Miofascial.
Me llamo Carlos y soy un profesional sanitario de 35 años, con 12 años de experiencia clínica como fisioterapeuta y terapeuta ocupacional en residencias de mayores, centros de día y como director de centro de rehabilitación. He desempeñado todos los roles relacionados con el cuidado de personas dependientes: voluntariado, asistencia en aseo personal y alimentación, acompañamiento en situaciones vitales críticas o procesos de rehabilitación. En los últimos años he desarrollado mi labor ejerciendo la gestión y la dirección en LK Salud, centro de rehabilitación fundado junto con mi esposa en 2016, con un equipo maravilloso de profesionales a mi lado.
He sido árbitro de fútbol durante 10 años, afición que por momentos pudo llegar a ser profesión, y que con dolor y acierto descarté para priorizar a la familia y a la carrera profesional que más adelante he ido desarrollando.
Descubrí mi vocación con 16 años. Una lesión deportiva me permitió presenciar como un fisioterapeuta, hoy tristemente fallecido antes de lo que debiera, convertía en puro arte la sesión de un paciente con una lesión cerebral. La concentración, la intensidad, la severidad y rigor con los que se empleaban paciente y terapeuta como un verdadero equipo, luchando cada movimiento y afilando cada detalle con precisión máxima, me llevaron a hacer guardia en la calle hasta que Don Orlando Merás terminó sus consultas para informarle de mi asombro. Si algo quería yo para mi futuro profesional era servir a los demás, y acababa de presenciar la manera exacta. Guiado por aquel “mentor” con el que nunca pude trabajar pero a quien pretendo honrar cada vez que mis palabras o actos ayudan, alivian o cuidan a algún paciente, convertí aquel flechazo adolescente en una idea inquebrantable de futuro.
“Formar hombres y mujeres para los demás, responsables de sí mismos y del mundo que les rodea y comprometidos en la tarea de su transformación hacia una sociedad fraterna y justa” P. Pedro Arrupe sj.
Mi padre es ingeniero y mi madre ama de casa. Me apoyaron sin fisuras y me costearon una universidad privada donde poder estudiar las dos carreras que quería a la vez. Ellos no entendían nada de mi propuesta, y me recomendaban estudiar Medicina. Han tenido que pasar 19 años para que entiendan a qué me quería dedicar. Por fin comprenden una porción de aquel sentimiento que me condujo a apostar por esta carrera profesional y por este modo de vivir.
En la universidad, existía un reducido grupo de profesores, peculiares todos ellos, diferentes, considerados extraños y especiales por alumnos y por sus propios colegas docentes, que solían sentenciar “él trabaja en un centro donde solo atiende pacientes neurológicos, solo se dedica a eso”. Me parecía que adquirir los conocimientos, las destrezas que requería convertirse en aquellos auténticos “titanes de la terapia” era inalcanzable. Desistí. Me pareció imposible por complejo y trabajoso. Pensé que si tenía que ser, sería, pero que no podía forzarse. Se pasa mal, es frustrante.
Empecé a trabajar en 2009 con personas mayores y con personas con patología neurológica. Son mis dos perfiles favoritos de pacientes, puesto que son los más complejos. Por el camino se quedaron muchas horas extra de estudio y trabajo, aficiones, ausencias de reuniones, cenas y fiestas de amigos. De pronto me vi delante de alumnos de la universidad como tutor de prácticas de neurología, que me miraban como yo miraba a aquellos profesores peculiares de la facultad. Y todo cobraba sentido 15 años después. Pero cuando esto sucedió, yo ya había dado el siguiente paso que me alejaba de la trinchera pero me mantenía en la batalla: la gestión y dirección.
En ese bonito momento de mi carrera me encuentro ahora en Residencia Los Fresnos, como director del Servicio de Rehabilitación. Tengo experiencia clínica y formación actualizada, me rodeo de profesionales excelentes a nivel humano y técnico, y dirijo al equipo con libertad. Desde cuestiones llamativas a detalles pequeños, hay multitud de aspectos relacionados con el cuidado de nuestros residentes en los que participo con entusiasmo. Pongo a su servicio toda mi trayectoria para esta Casa que es la Residencia Los Fresnos. Considero que es una continuación brillante y un reto a la altura de esa idea inquebrantable que con 16 años me invadió y no me va a abandonar nunca porque es, literalmente, mi opción de vida.
“Si el corazón está vacío, la cabeza no sirve de nada.”