Terapeuta Ocupacional

Elisa Menéndez Fernández

Terapeuta Ocupacional
Elisa Menéndez Fernández

Terapeuta Ocupacional

Grado en Terapia Ocupacional.

 

A veces hay que echar la vista atrás para darse cuenta de cuánto has crecido. Hoy vengo a contaros mi historia, por eso voy a empezar desde el principio:

Llegué a este mundo el 23 de noviembre de 1989. Hace ya 32 años que saqué la cabeza a pasear por este mundo y nadie podía predecir entonces en lo que me convertiría hoy en día.

De pequeña era una niña muy cariñosa y charlatana. Siempre me gustó estar cerca de mi hermano pequeño y darle mucha conversación. Tal es así que, durante la hora de su baño, yo iba enjabonándole y contándole qué partes del cuerpo íbamos lavando. En ese momento yo no me podía imaginar que, años más tarde, esa sería una de las partes más importantes de mi trabajo: observar y analizar al detalle las actividades de la vida diaria de las personas.

A los ocho años comencé a nadar y formé parte del CNCO (Club Natación de Ciudad de Oviedo). Allí conocí a las que, hoy en día, son mi grupo de amigas, mis incondicionales. Entrenar todos los días y competir durante los fines de semana hizo que valorara y comprendiera lo que significa la palabra EQUIPO; algo que, a día de hoy, es muy importante para mí y para poder alcanzar grandes objetivos en mi profesión.

Cuando uno acaba bachillerato y está a punto de cumplir la mayoría de edad, tiene la encrucijada de elegir hacia dónde va a enfocar su futuro. En mi caso, decidí optar por una carrera universitaria sin tener muy claro cuál elegir. Lo que sí tenía claro es que quería una profesión socio-sanitaria, una profesión que ayudara a la gente y donde las personas fueran la parte principal de mi trabajo. Casi de casualidad y sin saber muy bien qué era exactamente aquello, en 2009 empecé a estudiar Terapia Ocupacional y el día que terminé mis primeras prácticas en un centro de día supe que esta era MI CARRERA. Tres años más tardes, en pleno 2012, me convertí en Diplomada en Terapia Ocupacional por la Universidad de Oviedo para justo después realizar la Adaptación a Grado consiguiendo el título de Graduada en Terapia Ocupacional por la misma universidad en el año 2013.

¿Y ahora qué? Ya tenía el título en mi poder y solo tenía que dar el salto a la selva del mundo laboral. Aquella niña cariñosa y charlatana se tenía que enfrentar a la vida adulta sin saber si el resultado iba a ser satisfactorio. Aun así, con muchas ganas y empeño, me estrené como profesional en un Centro de día cubriendo unas vacaciones. Oye, algo es algo. Poco a poco, la hormiguita fue recolectando experiencia en distintos trabajos de sustitución en diferentes Centros de día de Asturias, hasta que encontré mi primer puesto “fijo” en una residencia de Lugones. Tres meses después abandoné esa nave para embarcarme en lo que sería mi trabajo durante los próximos 6 años.

En diciembre de 2013, con el invierno y la Navidad acechando, empecé a trabajar en mi primera residencia de ancianos. Allí empezaba una nueva etapa de mi vida donde crecería como persona y como Terapeuta Ocupacional. Ese mismo diciembre, en ese mismo lugar, conocí a la que yo llamo “mi tándem profesional”. Como un regalo de Reyes apareció en mi vida y junto a ella fui creciendo como persona y como profesional. Durante esos seis años aparecieron mis primeros retos profesionales, las primeras frustraciones, las cuales me ayudaron para mejorar profesionalmente; aprendí a luchar por mi profesión y demostrar qué es la Terapia Ocupacional y cuánta importancia tiene. Doy gracias a todos los que confiaron en mí y en mi trabajo; sin ellos, no habría llegado a ser la persona que soy hoy.

Cuando terminé mis estudios universitarios y empecé a trabajar, mi formación no se quedó estancada, ni mucho menos. Empecé a complementar mis estudios universitarios con otros cursos con la que me especialicé en el campo de la geriatría y de la neurología con formación en:

  • Método Perfetti.
  • Basale Stimulation.
  • Integración de la Neurodinámica en Neurorehabilitación INN.
  • Abordaje Sensoriomotor en las AVDs.
  • Neurorrehabilitación del miembro superior en el paciente con daño cerebral adquirido.
  • Abordaje en Apraxias y Heminegligencia.
  • Adaptación de actividades de ocio en la estimulación cognitiva y rehabilitación neuropsicológica.
  • Reeducación funcional en la enfermedad de Parkinson.

Y es que podría seguir hablando y aburriendo con toda la cantidad de cursos que hice, pero que sepáis que si mis amigos me llaman “La Titulitis” y “La Larousse” no es por otra cosa que esto.

A medida que fueron pasando los años, me fui especializando en deglución y todo lo relacionado con la alimentación. Creo que comer es algo maravilloso y valioso que nos acompaña hasta el final de nuestros días y, por ello, creo que hacer de ello un ritual en las residencias es algo necesario y un tesoro por descubrir.

Llegó 2019 y empecé a sentir que quería más, necesitaba seguir creciendo y ahí ya estaba tocando techo. Durante el 2020, aparqué esta idea para poder centrarme en lo realmente importante, mi trabajo con los residentes que tan mal lo estaban pasando durante la pandemia. Por unos meses, reinventé mi profesión para adaptarme a la situación que nos tocaba vivir en la residencia hasta que, poco a poco, todo volvía a la normalidad y el sentimiento de querer crecer, de necesitar volar, volvía a aparecer en mí.

Fue el 27 de marzo de 2021 cuando *clin* apareció en mi email una oferta de empleo hecha a medida para mí: “Se busca Terapeuta Ocupacional para práctica clínica con paciente geriátrico y neurológicos”

¡Ese era mi perfil! Geriatría, donde llevaba ejerciendo ocho años, y Neurología, en lo que me había estado formando durante estos años. Sin dudarlo ni un momento, envié mi CV y, sin saberlo, ese momento empezaba una nueva etapa.

Hice la entrevista para LKsalud, donde Carlos me explicó la idea de proyecto que tenía con la Residencia Los Fresnos. Ese proyecto me ilusionaba y me daba miedo a partes iguales. Pero mi subconsciente ya había tomado una decisión nada más salir de la entrevista: quería formar parte del equipo y quería iniciar ese proyecto en la Residencia Los Fresnos. Pero tomar la decisión de abandonar la casa que había estado construyendo durante años no fue tarea fácil.

Tenía que cerrar una puerta para abrir otra que me permitiera seguir creciendo y volar. Así que me armé de valor y miré hacia adelante. Y así fue como llegué hasta aquí.

Conocí a mis nuevas compañeras y empecé a ir de la mano de mi cómplice Elena, fisioterapeuta, quien también empezaría a trabajar en este proyecto tan bonito y divertido en la residencia junto a mí. En ese momento supe que la decisión que había tomado fue la acertada.

Llego con mi mochila cargada de experiencias, con un proyecto creado donde aprendí de los errores y alcancé grandes retos que hoy me sirven para mejorar y hacer el nuevo proyecto en versión mejorada. Vengo a traer rutina funcional a la residencia, a aflorar el sentimiento de utilidad, a lograr independencia y a mejorar la calidad de vida de todos los que formen parte de la Residencia Los Fresnos.

Por el momento diré que vamos por el buen camino, que soy una apasionada de mi trabajo y como una vez me dijo una persona a la que aprecio mucho:

“Qué bonito es sentir que eres importante para que ellos sigan siendo quienes quieran ser”